31 enero, 2007

LOS TESTIGOS DE PARTE


Así como los celiácos deben cuidarse bien de consumir gluten por padecer intolerancia, en micaso, debo ser extremadamente cuidadoso y no asomarme siquiera al alfeizar de esas galas en las que actrizas y actrizos, cómicas y cómicos se dan premios unos a otros en orgía onanista y desenfrenada, y que la televisión pública se encarga de colarnos de contrabando en nuestras casas por ver si nos pilla despistados.

Por lo tanto, es decir, por salud, confienso que la noche del domingo me abstuve de seguir la Gala de los Premios Goya.


Aunque he mi pueblo -y tengo entendido que también en otros pueblos- siempre se ha dicho que de lo que oigas, la mitad y de lo que te cuenten, nada, tengo por ciertas las informaciones que me relatan el desarrollo de dicha gala y entiendo que lo que no me cuentan, no me lo cuentan porque me sustraigan determinados datos, sino porque no sucedió.

A lo que me refiero, es a que estos mismos que otrora dieron ejemplo y testimonio martir, estos que se erigieron en conciencia de toda una nación (por cierto, sin que nadie se lo pidiera), revindicando la paz como única opción moral aceptable y elevando su grito contra la guerra, (pero por lo que parece no contra toda guerra, sino sobre aquella guerra), callaron en silencio ominoso y deleznable, apagaron sus gritos y se olvidaron de reclamar la paz (recuerdan? la única opción moral aceptable) para Afganistan y maldecir a los gobernantes que vilmenten ensucian nuestras conciencias y almas, manteniéndonos, contumaces, en la guerra que asola a ese país y a su pueblo.

Pero debe ser que ahora las circunstancias no manchan, como parece que no mancha el chapapote que ensucia y contamina las playas de Almería. Al menos así lo deben entender los camiseteros del nunca mais, apoyados desde el inicio por el sindicato de actores.


Según las leyes d la física clásica, un ser no modifica su estado habitual si no es por la acción de una fuerza externa. El pie cambiado de nuestros intelectuales de pantalla y tablas viene sin duda motiva por la fuerza que ejerce la Ley de Enjuiciamiento Criminal. En ella encuentra auspicio, refugio y máscara la no vergüenza de su silencio.

En el artículo 430 sanciona que no deberan ser obligados a declarar como testigos:
2. Los funcionarios públicos, tanto civiles como militares, de cualquier clase que sean, cuando no pudieren declarar sin violar el secreto que por razón de sus cargos estuviesen obligados a guardar, o cuando, procediendo en virtud de obediencia debida, no fueren autorizados por su superior jerárquico para prestar la declaración que se les pida.
Aunque no aparezca expresamente, se da por entendido que en esta categoría se incluye a la gente del cine y la farándula, siendo como son frecuentadores del pesebre público y alimentada como está su carencia de ingenio por las subvenciones.

Pero aún en el caso de que no se pudieran incluir en el punto dos del citado artículo, si encajaría en el apartado 3 en el que se declara también exentos de la obligación de dar testimonio de paz a los incapcitados física y moralmente. Y moralmente hablando, estos señores son unos tretraplejicos.


Así mismo, en el art. 418 encontramos que
Ningún testigo podrá ser obligado a declarar acerca de una pregunta cuya contestación pueda perjudicar material o moralmente y de una manera directa e importante, ya a la persona, ya a la fortuna de alguno de los parientes.

Sólo faltaba, tocarle la fortuna a los parientes por un No a la guerra o un Nunca Mais en lugar o circunstancias poco oportunas, o con un gobierno que piensa encarecer las entradas de cine de las películas extranjeras para ver si así el pueblo llano no tiene más remedio que ver las de estos lumbreras.


En fin ¿quién ha dicho que la coherencia se encuentra entre las virtudes que adornan a los buenos ciudadanos?

Y os dejo recordándoos el artículo 439 que dice lo sieguiente: No se harán al testigo preguntas capciosas ni sugestivas, ni se empleará coacción, engaño, promesa ni artificio alguno para obligarle o inducirle a declarar en determinado sentido.

Salud

Oscar M. Prieto
Pd: Sabíais que el dinero que el Estado aporta al mantenimiento de la Catedral de León es menos que la subvención que otorga a películas como: Crimen Ferfecto, AC/Dc, o la vida de borjamari y pocholo?
¡... pa no caerse!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué es un goya? A qué huelen las galas? Del cine me quedo con el tiempo que transcurre desde que apagan la luz hasta que vuelvo a pisar la calle despues de la penumbra. Del resto me acojo al art.418.
Sobre la postdata, es indignante, pero no veo en León un "levantamiento popular" para proteger su patrimonio, a pesar de que las gárgolas sigan suicidándose, desesperadas por el abandono.
(Anoche me puse con las fotos, a la hora de la merienda las tienes)
un abrazo

Anónimo dijo...

NO tengas prisas con las fotos.
Efectivamente es una pena que en León no haya un levantamiento popular: Somos unos borregos!

Anónimo dijo...

te veo muy reaccionario esta tarde oscar, pero no me apetece contestarte ahora porque mañana tengo un examen. quizá después de hacerlo, con la rabia contenida, me venga la inspiración....jejejjej, así que.....alerta amigo mío!!!

Anónimo dijo...

Frank, no hacen falta los guantes. Tuve que hacer la operación ayer porque se nos iba de las manos. Los pacientes descansan plácidamente.Talué