28 abril, 2010

EL BUZO (IV)

Un buzo me sigue, me persigue.
Lejos de contrariarme, me lo tomo con alivio, como un regalo.
No es bueno hablar solo durante tanto tiempo.
Cuando le intuya cansado, le invitaré a subir a tomar el aperitivo.
También echo de menos a los pájaros, urbanos o de campo, no me llevo bien con los marinos, sobre todo en esta época en la que están muy retozones y cantan y cantan y cantan.
Debí traerme conmigo el olivo,
pero estaba gritando
y me hubiera delatado al subir en la barca.
Sin duda me hubieran denunciado a las patrullas que contralan el contrabando de olivos, de pájaros y de conversaciones.

22 abril, 2010

PARAGUAS (III)


Después de todo, no se está mal en el mar.
Aunque debería haberme acompañado alguien,
para no mojarme.
Porque estas nubes traen lluvia.
No lo dudéis.
Y la compañía de la voz de otra persona, puede ser más impermeable que la tela de un paraguas.
Pronto dejaré de ver tierra.

18 abril, 2010

SINESTESIA (II)


Oigo voces que están demasiado lejos para poder oírlas.
No sé si me llaman, si me insultan, si me increpan.
Pero gritan.
Aunque yo no los oiga, sé que gritan.
Los veo gritar.
Desde la orilla, ellos.
Desde mi barca, yo.
Los veo gritar.
Adiós, les digo, sin que puedan verme.
Pura sinestesia dominical.

13 abril, 2010

LA BARCA (I)



Agotado por el amor y por la lucha,
los besos, los duelos, las batallas,
los atardeceres también
y algunas alamedas,
cogí una barca y me eché al mar.

08 abril, 2010

¿QUIÉN HA GANADO?

Con el toque de la última fanfarria, nativos, visitantes y profesionales, fueron poco a poco abandonando el recinto, hasta que éste quedó desierto -si exceptuamos a coleópteros, reptiles y pequeños roedores-.
Quien más, quien menos, regresa a su casa o va en busca de su próxima cita, con una sensación indefinida, sí, de indefinición, de ambigüendad, de.... y al final, cómo han quedado las cosas? ¿Quiénes han ganado? ¿Qué conclusiones debemos sacar?
Y yo les comprendo, porque después de todo un día de justas y de ajustes no podemos asegurar quiénes son vencedores y quiénes vencidos y nos volvemos sin ninguna conclusión que nos alivie el hambre o la sed.
Tal vez, el único duelo en el que se puede hablar de vencedor es el que han disputado Heráclito de Éfeso y Parménides de Elea, pues, aunque sea con muy poco margen, todo fluye.