22 mayo, 2013

EL TULIPÁN



No se puede decir que no tuviera experiencia, pues había trabajado en grandes fachadas, edificios enteros de viviendas e incluso en alguna piscina. Pero, ciertamente, era la primera vez que le encargaban un trabajo así. 
Como era la primera vez, quizás por ello, no supo ver los riesgos a los que se enfrentaba cuando aceptó sin pensarlo y sin pedir ningún adelanto. Tampoco le importaba demasiado, de alguna manera sabía que llevaba esperando toda la vida por un trabajo así, como este.
Comenzó a pintarla con todo el cariño que su corazón podía destilar, con mimo y con esmero. Aplicando a cada pincelada toda su atención, hasta el punto en que en ese  momento no existía nada más o, mejor, todo la existencia se resumía en esa pincelada sobre el pétalo. Fue por esto que no se dio cuenta de que la pintura se le acababa.
Y ahora ya no puede salir, de allí. Imposible pisar sobre lo ya pintado.
Se quedará allí, contemplando su obra inacabada, en el centro mismo de la flor. Hasta morir.
Aunque cueste comprenderle, es feliz, allí sentado al pie de la farola.

09 mayo, 2013

ABEJAS


Camina entre las hileras de árboles frutales que parecen no tener fin.
No puede recordar cómo ha llegado hasta allí, como uno tampoco recuerda cómo atravesó el útero materno.
Pero la misma sensación de nacimiento,de renacimiento, la misma emoción, también el dolor.
Sin embargo, él no siente ganas de llorar.
Un zumbido, ruido de corriente alterna, reclama su atención. Parece provenir de los propios árboles, como si fueran torretas de alta tensión. De pronto todo es vibración, como una alteración eléctrica del espacio y del tiempo.
Se acerca a uno de los manzanos en flor para comprobar, quizás con la esperanza de encontrar diminutos generadores camuflados entre sus flores abiertas. 
Pero no, se trata de abejas. 
Abejas y abejorros que zumban, liban, vuelan. 
Abejas que polinizan sin querer con sus patitas.
Abejas, las auténticas centrales energéticas de la vida.