24 febrero, 2009

PLANTA PERISCOPIO


Se oyen lamentos al otro lado de la mampara de hielo. Los seres están agotados de invierno y de cielos sólidos y opacos.
Necesitan el sol.
Por suerte, los días van aprendiendo a definir las sombras y la luz se va caldeando en un tono amarillento.
Antes de salir, por si acaso, pido a una planta de la orilla que me preste su ojo, cien por cient esférico y vegetal, y me sirva como periscopio.
Se ha ido la nieve y también las huellas de los animales en la nieve.
Es hora de regresar de debajo del agua.
Me seco y salgo.

12 febrero, 2009

EL LAGO HELADO

Como estaba amaneciendo y la luz, en lugar de iluminar, se entretenía todavía con caricias nocturnas, no pude ver que era lago y no camino donde me adentraba.
Al principio me preocupó por la respiración, siempre había oído que los seres humanos no podíamos respirar bajo el agua, aunque siempre me quedó la sospecha: si los peces podían... los peces que apenas tienen tres segundos de memoria... los humanos...
Y sí, sí se puede respirar bajo el agua. Tan emocionado estaba con este descubrimiento que pasé horas caminando por el fondo del lago, separando las algas. Cuando quise salir, el frío había convertido en hielo la superficie y quedé atrapado.
Allí he estado hasta ahora, hasta esta mañana en la que el sol ha conseguido abrir un pequeño agujero.