30 marzo, 2010

JULIO VERNE


Al principio
-como por otra parte sucede así con casi todo-,
uno comienza por no comprender.
Se trata de un momento... digamos delicado. Unos siente pánico, otros unas ganas tontas de llorar o reír, indistintamente, otros imaginan un nuevo caminar, ... y algunos esperan pacientemente a que se defina la imagen en la pantalla.
Por suerte, no pasa demasiado tiempo para que las sinapsis se calibren conformes al nuevo formato y los centros cerebrales legítimamente asignados -es decir por elección puramente democrática- comiencen a desencriptar los datos empíricos que los sentidos recogen de este mundo conformado por colores y tamaños distintos de los acostumbrados.
(Os aconsejo que en esto no hagáis nunca juicios de valor)
Ciertamente, uno se puede ir haciendo una ligera idea. Pero todo se aclara cuando, al llegar, después de frotar los ojos varias veces para ver si pasa el efecto de las gotas de colirio, alguien te entrega el siguiente folleto:
Fiesta de Bienvenida a Julio Verne que regresa de su Viaje a la Luna.
Entonces sí, de pronto todo está mucho más claro.

Ps: Muchas felicidades, Rafa!

22 marzo, 2010

LA CASA DE CHOCOLATE


Sí, ahora está claro, las gotas de colirio han sido el agente transformador.
Sin embargo, ignoro, si lo que ha cambiado es el mundo -objetivamente- o mi mirada -subjetiva-.
No se trata de una cuestión de escala o de perspectiva. Si así fuera, ni siquiera dejaría constancia de ello en la bitácora.
El mundo, ahora, se me presenta o conozco, con las estructuras metafísicas de los cuentos y su lógica literaria, sin olvidar las técticas de construcción de puentes y canalizaciones.
Esta es una prueba.
Al fondo, la casa de chocolate.

11 marzo, 2010

GOTAS DE COLIRIO


Por más que se trate de la misma puerta por la que uno decidió un tarde irse -o le llevaron a la fuerza o con promesas-, uno nunca regresa al mismo espacio o amor del que se fue. Como tampoco regresa nunca la misma primavera y aquellas golondrinas murieron hace ya generaciones.
En realidad no se podría afirmar que exista siquiera la posibilidad de regresar, uno mismo, el mismo que se fue.
No, creo que no es posible.
Salvando esto, tal vez fueron las gotas de colirio que se había echado en ambos ojos antes de salir de nuevo a la luz.
El caso es que todo le parecía más pequeño.

03 marzo, 2010

EL MISTERIO (2)

Se vistió con túnica de negro Armani y lloró.
La buscó en todos los lugares propicios para amarse.
Pero no la encontró.
Desesperada.
Imposible encontrarla.
Core, su hija, la muchacha, no se hallaba en la superficie del amor y de las cosas. Dejándose llevar, había descendido a las entrañas, con promesas de calor y de brisas amables y de ríos poco caudalosos.
Pero nada puede permanecer oculto demasiado tiempo. Es una Ley no escrita.
Alguien la vio. Los vio. A ella y a su amante, Hades.
Se lo dijo a la Madre (por esta delación fue recompensado). Y quien todo lo ve, Helios, el sol, se lo confirmó bajo presiones.
Si no regresaba -amenazó- no volvería a florecer la vida sobre la tierra.
Y los dioses reunidos la creyeron porque eran los dominios de ella.
Regresaría, de acuerdo -convencieron a Hades, o al menos eso pareció- con la condición de que no probara bocado del mundo subterráneo.
Ya estaba en la puerta la muchacha, comprobando la dirección que debía tomar para volver a casa con Deméter, su madre protectora, cuando ...-¿quién puede saber si por hambre o por rebeldía o quizás por lujuria?- probó una granada que traía de abajo.
Violó la única condición pactada en el acuerdo.
Y entonces descendió, de nuevo.
¿Para siempre quizás?
Este dato lo ignoro.