09 septiembre, 2008

CIELOS PASAJEROS INCRIMINATORIOS



Los cielos no mostraron el menor desaliento cuando se les comunicó. No han cesado un instante de pasar sobre mi cabeza, aunque ya habían sido informados de que yo hibernaba y no podría verlos, ni podría sentir mi pequeñez al contemplarlos, ni maravillarme ante su belleza ni maldercirlos por ignorar aún todos sus secretos.
Entre otros, pasaron Casiopea -la princesa- acompañada por el Arquero y el Auriga, que traían al Delfín.
Yo hibernaba y no pude verlos.
Meto la mano en el bolsillo interior de mi chaqueta -donde llevo siempre el lapicero- y me encuentro un papel doblado en ocho. En el más interior de los dobleces alguien ha escrito:
"¿Estos cielos que pasaron sin que tu los vieras te parecen prueba suficiente de la existencia del mundo exterior objetivo e independiente del sujeto y de su percepción? ¿Se ha dado respuesta al oráculo de Berkley?"
No es fácil. Pensativo dejo de mirar al cielo y con los ojos de vuelta a la tierra comtemplo que los tomates han madurado y se han puesto rojos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Nunca se ha aceptado un cielo como prueba! Qué dislate!

Anónimo dijo...

Son los cielos los que se mueven sobre nuestras cabezas o nuestras cabezas las que pasan bajo sus pies?