01 diciembre, 2006

DE NIÑOS Y VENENOS

Siendo como es algo tan propio de la oscuridad y del sigilo, desde niños aprendemos su naturaleza a la vez fascinante y perversa.
Hablo del veneno.

La Bruja, Blancanieves y la manzana nos acercan a la infancia la esencia del veneno, que no viene a ser otra que la de la muerte que libera al asesino de presenciarla y niega a la víctima la mínima justicia de conocer quién ha sido su verdugo.
La rueca de hilar, la aguja y otra vez la Bruja y otra hermosa e ingenua princesa vienen a reforzar la comprensión.
Comprensión que por otra parte es facilitada por la sencillez de un esquema que se impone inmediato: la maldad se asocia con las ropas negras, con lo feo, con verrugas y pelos despeinados= bruja. La bondad es candida y sonrisa y ropa de color y bella y joven= princesa. La relación funesta que se establece entre las dos es la manzana o aguja, el regalo envenenado, el engaño, la mentira.

Instintivamente el niño siente un rechazo puro por el veneno. El motivo es que priva al bien, a los buenos, de la posibilidad de defenderse, de luchar contra el mal, de vencerlo. El veneno puede con los héroes.
Pero también la imagen del veneno queda para siempre apresada en el ricón de la memoria protegido por las telarañas, latente como algo inconfesable. Nos atrae la idea del veneno y el poder que otorga, que no es otro que el de hacer el mal sin atraer sobre nosotros las consecuencias, hacer el mal sin pena, sin castigo porque nadie nos ve.
¿Estamos seguros de que no haríamos el mal o maldades si tuviéramos la seguridad, la impunidad de que no nos descubrirían, de que nunca sabrían que hemos sido nosotros, de que no tuviéramos que pagar por ello?
De la respuesta a esta pregunta depende la cocepción del hombre, de lo humano que tengamos cada uno.
Vuelve la bruja, transita por las calles de Londres y vuela en aviones, pero ahora ya no es fácilmente reconocible y el veneno no tiene forma de manzana sino de polonio 210 y es radioctivo.
Adivino en el aire síntomas de épocas oscuras que creíamos superadas. Otro día hablaré de ello.
Hoy quiero finalizar sintiéndome orgulloso, por leonés, y felicitar a Antonio Gamoneda por la concesión del Premio Cervantes. En lo personal diré, que una pequeña antología de este gran poeta de la vida llevada hasta el extremo, es uno de los libros que más años lleva acompañándome de mudanza en mudanza, de cambio en cambio, de vida en vida: ¡enhorabuena!
Que la envidia, pura manzana, no envene vuestra sangre. Nunca.
Salud
pD: ¡fELICIDADES JOSÉ ESTEBAN!
Oscar M. Prieto

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué se lo pregunten a Dorian Gray. Qué suerte tenía con aquel retrato que pagaba por él.

Anónimo dijo...

ya sabes que dicen que no hay veneno sino dosis...

Anónimo dijo...

Dame veneno que quiero morir!
Dame veneeeeno!

Anónimo dijo...

Buen tema, los cuentos y los arquetipos, ojalá el veneno solo se presentara con forma de manzana, podríamos hacer una sidra cojonuda y al menos blancanieves por fin se desinhibiría y no se tendría que hacer la muerta al verse atraida por los enanitos(no se si por todos o por alguno de ellos en particular).Estoy seguro de que los Grimn Bross. eran tan retorcidos como imaginamos, deben estar corriendo a collejas y quemando la escarcha del moña de Disney por saltarse el final del cuento donde la reina es obligada a calzarse unos zapatos de hierro al rojo vivo que le obligan a marcarse un zapateao a lo farruquito hasta que muere. (D.G.T., toma nota para la próxima campaña).y colorin colorado...a parla, jo como ha cambiado el cuento

Anónimo dijo...

Qué tal Ignatius!
Cómo sopla hoy el viento por esta tierra estrecha?
Ayer estuvimos de cañas en El Albur ¡menudas croquetas de queso de los ancares,... una delicia!

Anónimo dijo...

Creo que si nadie nos viera, seríamos todos unos hijos de puta.
Quién no ha meado en las macetas de alguien cuando nadie le ve?
Que tire la primera piedra.

Anónimo dijo...

Yo nunca, meo en las mias y cuando me lo piden.No me des envidia, Jacinto, pasaré por Mad. camino del Reino, y pasaré a ver a los colegas del Albur, llamaré antes a Mini, a ver si me hace unos callos, se me acaba de caer una lágrima recordando los últimos, hasta tupper me llevé a casa.

Anónimo dijo...

Los hombres somos veneno por naturaleza. Escondemos nuestras miserias pero nunca las abandonamos. Yo meo todos los días en la piscina a la que voy a nadar y me quedo tan a gusto.Ah! y pego mocos debajo del sofá. Pero claro, nunca lo reconoceré públicamente jajajjajaja. Por cierto Oscar ya he escrito en el anterior comentario.

Anónimo dijo...

He de añadir que me parece increíble que en Rusia se sigan practicando, a día de hoy, los mismos métodos (aunque más sofisticados) que durante la era Stalin..... He ahí la prueba de que el hombre siempre será veneno, da igual cuánto lo disfrace con el paso del tiempo.....

Anónimo dijo...

Durante siglos he tenido la función de llevar regalos e ilusión a todos los niños del mundo.
Puedo confesar que en más de una ocasión y en más de una casa he orinado en las plantas de interior cuano nos nos veían los dueños. Y no sólo yo, también Melchor y Baltasar.
Hasta una vez, uno de nuestros pajes vomitó en el nacimiento, pero como estaba afuera, en el portal, nadie lo vio.
Ahora permitidme que quede en el anonimato.

Anónimo dijo...

La piscina es la prueba irrefutable de nuestra maldad, contenida tan sólo por el ojo de los demás.
La sola posibilidad del círculo rojo, del legendario círculo rojo que te rodea y te apresa, ha sido suficiente para contener nuestras incontinencias en las aguas públicas.

Anónimo dijo...

Lo de mear en las plantas no pasa de ser una trastada. Lo que es de mala gente es, llegado septiembre, aprovechar la noche y el sueño de los vivos, para robar todas la plantas de maría cultivadas en el pueblo.
¡El día que los pille!

Anónimo dijo...

jajaja, gabi, esos merecen dos postas en el culo, me solidarizo

Anónimo dijo...

encomendémonos todos al arcángel san Miguel y leamos La impostura y los engaños de los demonios!