Recuerdo de mi estancia invernal en Londres al portero del Museo de Ciencias Naturales, que era andaluz y buena gente, y la emoción por descubrir una librería con estantes repletos de libros españoles. Allí iba todos los viernes y me sentaba en el suelo a repasar todos los títulos, uno por uno, antes de decidir cuál de ellos me llevaba.
Una de esas tardes de viernes me llevé conmigo a mi casa de la viuda un pequeño libro titulado "Inquietudes y Meditaciones", que recogía un puñado de artículos de Don Miguel, Don Miguel Unamuno.
"Te doy una ..."
Así comenzaba uno de ellos. Don Miguel proseguía advirtiendo al lector que aquel no sólo era un argumento válido, sino que era el más válido de todos y también el más frecuente, llamado argumentum baculinium por ser aquél que apele al garrote. El segundo argumento en eficacia a la hora de zanjar las discusiones es el llamado argumentum ad pecuniam, el que apele a la bolsa y que suele tomar la forma de: "Te apuesto ..." Pero está a mucha distancia del "Te doy una ..." y en ocasiones puede traer más confusión al problema.
El caso es que la violencia se ha eliminado como modo de resolución de conflictos. Y si no se ha eliminado, está mal vista y su empleo te aboca sin remedio a uno de los grupos marginales de esta sociedad bien pensante.
¡Hasta la Carta de Constitución de las Naciones Unidas desprecia el uso de la fuerza como instrumento para la resolución de conflictos entre Estados!
El pasado Domingo nos contaba Marcos, que se encontraban dos vascos discutiendo y al no ponerse de acuerdo con las palabras o tal vez por exigirles éstas demasiada concentración y sintiéndose por ello privados del placer de toda buen discusión, le dijo uno al otro:
Oye, Patxi, ¿por qué estamos discutiendo, cuando podemos resolver esto a hostias?
Y dicho y hecho, los dos se metieron en harina.
La violencia forma parte de la vida y como tal debemos asumirla y practicarla sin complejos, como un hábito saludable y propiamente humano, legítimo.
Ya está bien de buscar sucedáneos que, no nos engañemos, no nos dejan satisfechos ni pueden sustituir la violencia en nuestras vidas cotidianas y nos vuelven violentos, pero de la violencia mala: la que no sale, la que se calla. Que si una pachagilla, que si el gimnasio, que si la play, que si ir de compras, que si irse un verano de voluntario a Nicaragua, que si la fe, ...
Nada, sí, nada, todos sucedáneos. Nada comparable a unas buenas hostias, que también pueden ser entre amigos, los domingos por la tarde.
Salud.
Una de esas tardes de viernes me llevé conmigo a mi casa de la viuda un pequeño libro titulado "Inquietudes y Meditaciones", que recogía un puñado de artículos de Don Miguel, Don Miguel Unamuno.
"Te doy una ..."
Así comenzaba uno de ellos. Don Miguel proseguía advirtiendo al lector que aquel no sólo era un argumento válido, sino que era el más válido de todos y también el más frecuente, llamado argumentum baculinium por ser aquél que apele al garrote. El segundo argumento en eficacia a la hora de zanjar las discusiones es el llamado argumentum ad pecuniam, el que apele a la bolsa y que suele tomar la forma de: "Te apuesto ..." Pero está a mucha distancia del "Te doy una ..." y en ocasiones puede traer más confusión al problema.
El caso es que la violencia se ha eliminado como modo de resolución de conflictos. Y si no se ha eliminado, está mal vista y su empleo te aboca sin remedio a uno de los grupos marginales de esta sociedad bien pensante.
¡Hasta la Carta de Constitución de las Naciones Unidas desprecia el uso de la fuerza como instrumento para la resolución de conflictos entre Estados!
El pasado Domingo nos contaba Marcos, que se encontraban dos vascos discutiendo y al no ponerse de acuerdo con las palabras o tal vez por exigirles éstas demasiada concentración y sintiéndose por ello privados del placer de toda buen discusión, le dijo uno al otro:
Oye, Patxi, ¿por qué estamos discutiendo, cuando podemos resolver esto a hostias?
Y dicho y hecho, los dos se metieron en harina.
La violencia forma parte de la vida y como tal debemos asumirla y practicarla sin complejos, como un hábito saludable y propiamente humano, legítimo.
Ya está bien de buscar sucedáneos que, no nos engañemos, no nos dejan satisfechos ni pueden sustituir la violencia en nuestras vidas cotidianas y nos vuelven violentos, pero de la violencia mala: la que no sale, la que se calla. Que si una pachagilla, que si el gimnasio, que si la play, que si ir de compras, que si irse un verano de voluntario a Nicaragua, que si la fe, ...
Nada, sí, nada, todos sucedáneos. Nada comparable a unas buenas hostias, que también pueden ser entre amigos, los domingos por la tarde.
Salud.
17 comentarios:
No puede ser bueno escribir a esas horas de la mañana. Muy bueno Frank.
De hecho, sostengo la opinión que nos hacen madrugar tanto para aplacar nuestra violencia natural y ser conducidos como corderillos: beee beeee beeeee
¡Levantémonos contra la dictadura solar!
dicen los pichicólogos que una torta de un padre a un hijo sólo es mala cuando el hijo percibe la ira, el descontrol, en el tortazo. Si está dada con conciencia y en su medida es buena!!
Que le cuenten rollos a Micky (Tyson) CATAPUM!! QUE DA HOSTIAS COMO PANES!!
Si siente la miga o siente la ira?
A qué te refieres Patbel?
La violencia que no se canaliza se pudre y da frutos muy malos.
Yo me pegaba de pequeña y echo de menos el placer de los tirones de pelo.
Se sienten las migas!! con chocolate...creo que todo es un problema de alimentación, si se comieran más migas la gente andaría más feliz y menos iracunda. tanta lechuga despierta los instintos más salvajes.
YO TAMBIEN ME PEGABA DE PEQUEÑA!! pero lo mío eran los ganchos de izquierda,las patadas con zapatos gorila, y los empujones del columpio...que tiempos...que inocencia...
Qué razón tienes Pat-aleta: menos verde y más Pat-a de cordero.
Besos, siempre.
Oscaaaarrrr!!
Estoy haciendo programas de prevencion de la violencia en las familias y en los colegios!!!Estrategias de resolución de conflictos y regulación emocional!!!
Por favor!!!
Pues a eso vamos precisamente, a que hay demasiada prevención, hasta profilaxis de la violencia, demasiada regulación emocional. Y eso no puede ser bueno.
Yo me refiero a una violencia saludable, de esas que dejan a uno nuevo.
En todo caso, tú sigue con tu trabajo.
Besos
cómo q te deja nuevo?? no tiene sentido lo que dices, ya hablaremos tú y yo. No te hablo de control emocional, sino de regulación!!
De canalizar esa energía hacia la consecución de tus objetivos, finalmente es más eficaz.
Todo eso es un invento burgués y capitalista!
Patrañas de vienes, covardicas.
He visto demasiados crimenes como para hacer promoción de la violencia.
Mano dura. Es lo único que entienden.
qué es lo que entienden?
Basta de violencia! Es una de las lacras que arrastra la humanidad desde sus primeros tiempos, tal como el hambre y la ignorancia.
Publicar un comentario