
Los días vienen como vienen y son intrásigentes en su capricho: unos preñados de sucesos y vivencias, dignos de un pantagruélico banquete de análisis y comentarios; otros escuálidos, que ni el tuétano de los huesos dejan chupar a la opinión.
Si a esta inevitable diferencia de pesos se le añade una arbitraria sucesión que encadena seguido muchos gordos, no hay tiempo para dedicarles y hay que recurrir, como es el caso a una miscelánea.
MISCELÁNEA
El miércoles 22, apenas estrenada la primavera, a las 6 de la tarde el sol consiguió salir de entre las nubes, como un preso que dobla los barrotes de su celda. En ese mismo intante un chico joven, en el Viaducto de la Calle Bailen, miraba el cielo por última vez. ¿Qué pensaba? No lo sé. Se tiró. Yo pasé por debajo tres minutos después.
Del viernes 24 al domingo 26 no sé lo que ocurrió pues estaba en Berlín. Tengo pendiente La Crónica de Berlín II, pero por si esta no llegara nunca, os recomiendo a quienes visitéis esta ciudad de alma sensitiva, que percibes y que te percibe, el Café Zapata, en el Mite para tomar unas buenas cervezas y encontraros con algún concierto, y el Café Moscú, en la Calle karl Marx, si buscáis una discoteca de estructura soviética y de gente y música extasiadas.
Queda también pendiente la tregua de la banda terrorista y los acuerdos a los que el gobierno ha llegado ya con 900 de sus miembros (de un total de 1200 activistas censados por el CNI).
Como temas a desarrollar se me ocurren:
El ropero de la Vicepresidenta.
La aprobación esta mañana en las Cortes Nacionales del Nuevo Estatuto de Cataluña.
Para una reflexión paladeada me reservo:
Las fronteras del arte: apenas una valla separa el arte de vanguardia de la manta de rastro.
El amor es el primer motivo de desplazmiento de un país a otro entre los europeos (para otros muchos es el hambre).
Y finalizo con la convocatoria de macrobotellón en el Campus de Fuenlabrada de la Universidad Rey Juan Carlos. Abortada, como no podía ser de otra manera. Con registros de seguridad y vetada la entrada a todo el que no llevara el carnet de la universidad. Y que ha finalizado con el cierre del Campus: ¡Todos a casa! ¿Amenazas de bomba? ¡Qué esperaban!
Salud