Más que a nivel de sonido, hablamos de niveles atmosféricos. Sin duda se trata de música de organillos la que se expande por las avenidas, pero no la escucho, si no que la respiro.
A las primeras bocanadas, mis pulmones reaccionan igual que ante la inhalación del humo de un cigarro cuya marca es desconocida -de estos que llaman de low cost-. No tardan, sine embargo, en exprimir placer de cada nota impresa en los cilindros.
Por cierto, por estas avenidas no circula nadie.
Deduzco, después de observar las señales luminosas de las balizas que coronan las colinas entre las que se encuentra La Ciudad, que todos han ido a presenciar el asesinato de Julio Cesar.
¿A qué edad he llegado?
Mejor. Así tendré tiempo para aclimatarme antes de las preguntas y de las respuestas.
Cuidaos de los Idus de Marzo.
7 comentarios:
Qué lugar más extraño.
"¡Oh raciocinio! Has ido a buscar asilo en los irracionales, pues los hombres han perdido la razón..."
Organillos?
Los organillos de DF. Qué ciudad!
que grande Marlon en Julio César...aunque nunca como en un tranvía llamado deseo...
pareciera que andás metido en un cuadro de Giorgio De Chirico!! es que México es surreal.
México de surreal no tiene nada, es realidad a la máxima potencia.
Qué buena onda!
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