MI gran dilema es: autobús o metro?? como en todos los dilemas las dos opciones son fatales, son trampas para comprobar el nivel de hórmona del stress en la sangre: EL CORTISOL.
Aquel día como casi todos, acabé en el metro. Siempre me he imaginado a una especie de Lex LUthor que sabotea desde las profundidades de su panel de control, las líneas y los trenes del metro. Recuerdo una vez en que bajábamos a toda prisa por la escalera mecánica, yo y unas cuantas ratas blancas y nerviosas, de repente "Lex Luthor" paró en seco el motor, y salieron despedidas hacia abajo por la inercia dos señoras que se estamparon en el suelo. Cruel sin duda, pero el experimento no pudo conmigo; hice una flexión de rodillas con un giro de cadera, como si estuviera haciendo surf en Tarifa, me agarré firmemente al pegajoso pasamanos, y continué mi camino hacia las profundidades.
Sin embargo aquel día fué distinto. Aquel día el experimento me superó.
Conseguí sitio en un vagón. Conseguí sitio en una de las barras de asimiento. Conseguí evitar el aplastamiento de los vagones "Haustwitz", y las miradas de carnero degollado del hacinamiento, esas caras que tanto me recuerdan a los camiones que veo pasar por la carretera llenos de cerdos, pollos y terneros con la mirada dislocada.
Todo iba bien, demasiado bien para Lex Luthor. De pronto, el vagón se paró en medio de un túnel. Bueno, pensé, esto me había pasado otras veces, en unos minutos arranca. La gente hacía las bromas habituales, los bostezos, los insultos a la familia dell...sin embargo, pasaba el tiempo y el tren no se movía. Una voz ronca dijo por el altavoz que debido a una avería no se reanudaría la marcha hasta dentro de 10 minutos. Entonces empezó.
Empecé a oir algo, un sonido sordo y acelerado. Cuando me quise dar cuenta, me dí cuenta de que era el sonido, el latido de mi corazón desbocado. Intenté controlar, pero no pude, mi cabeza estaba disparada, mis pensamientos rebotaban contra las puertas con fondo negro del túnel. No me había pasado nunca. El pánico me superaba. Un sudor frío me rodeaba, la ansiedad crecía, no podía creer que nadie hiciera nada, sólo pensaba en que tenía que salir de allí, que si pasaba un segundo más me iba a dar un síncope Aaaaaajjjjjjj!!!. Y entonces el tren arrancó.
Las puertas se abrieron indiferentes en la siguiente parada. NO era la mía pero salí despedida rapidamente hacia el exterior, como quien asciende desde el fondo de un catafalco hacia la luz vertida en la superficie de un mar en calma.
ATAQUE DE PANICO, pensé. El cuerpo que se revela. Percepción extrema de un peligro, reacción física ante un estímulo que el cuerpo percibe como mortal, claustrofobia, reacción de alerta máxima, ansiedad.
El aire de la mañana me devolvió a los niveles óptimos de serotonina, la hormona del placer, desde entonces sé que el experimento consiguió su objetivo, fuimos dos o tres pequeñas ratas blancas y jadeantes las que abandonamos el vagón aquel día, en cuanto tuvimos ocasión. Las más frágiles.
besos. Patbell.
5 comentarios:
En ocasiones, los camiones no sólo parecen caminones de cerdos o de pollos, sino que huelen igual.
Doy gracias porque te hallas salvado.
Larga vida.
Tarde, pero antes que llegue la siguiente entrada...
Un vagon del metro...? los he visto en las películas y me han hablado de ellos, son sitios perfectos para esconderse del sol.
Y pensar que hubo un tiempo en que pegaba la cara a la ventanilla para ver fugazmente la estación fantasma de la linea 1 y los andenes me parecían lo mas acogedor de la ciudad.
un beso surfero
Qué tal Ignatius!
Oye, eso que dices de la estación fantasma es cierto o se trata de una leyenda urbana?
No es una leyenda urbana, es la antigua estación de Chamberí, entre Iglesia y Bilbao. la cerraron en el 1965 o 66, estuve intentando hace mucho tiempo acceder a ella para hacer unas fotos, pero aún sigo esperando que me contesten. Los fantasmas habrán traspapelado la petición. No te recomiendo que pulses la "parada de emergencia" cuando pases por allí, no por los espiritus, jeje, mas bien para evitar una multa.
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