21 febrero, 2011

LA PLAZA


Los altavoces se habían hecho eco, durante toda la jornada, del toque de queda.
Nadie debía acercarse, siquiera, a las inmediaciones de la plaza bajo pena de arresto, tortura y mordaza.
Por si la palabra no se evidenciaba como suficiente amenaza, los tanques aportaban la suficiente solidez a la amenaza.
Hubo quienes cumplieron con la hora. No les ocurrirará nada.
Otros presintieron que la hora había llegado. Tal vez mueran.
Quién hizo mejor?

8 comentarios:

Post-it dijo...

lo mejor es la medicación adecuada!!

Diego dijo...

Hay que ir a la plaza. Cuando llega el momento, hay que ir a la plaza. Entonces la amenaza queda reducida a un último estertor y el tirano puesto definitivamente en evidencia, buscando la puerta de atrás.

Un abrazo,
D.

Manolito dijo...

En la plaza estoy y aquí no aparece nadie!
Dónde habíamos quedado?
A qué hora?

Juan Jo dijo...

Las plazas se llenan a medida que algunas conciencias se vacían, lo mismo que a medida que los corazones de los cobardes se enfrían las calles se calientan.

¿Para cuándo la globalización de los derechos humanos?

Runner dijo...

Será al reves, Juan Jo,las plazas se llenan igual que se llenan las conciencias, No?

Post-it dijo...

Jajjjajajajajaj!!
esto es un poco el discurso de Juan Palomo...

Juan Jo dijo...

Runner,las conciencias de las que hablo están más vacías que los pantanos en época de sequía. Es obvio que no me refiero a las conciencias de quienes llenan las plazas, sino a aquéllas otras cuya delgadez engorda los problemas.

Diego dijo...

Chicos, me estáis liando. Quedamos en la plaza o no?