
El retornado Otoño, una vez recuperados todos los símbolos del poder, no así los de la gloria, mandó enviar espías y subastadores a todas las alcobas, tabernas, lechos y rincones propicios para el amor y las confidencias.
No olvidó ocuparse de algunas alamedas, simpre tan dispuestas hacia la piedad.
Debían encontrarla.
El precio por no hacerlo, ya lo conocían.
No olvidó ocuparse de algunas alamedas, simpre tan dispuestas hacia la piedad.
Debían encontrarla.
El precio por no hacerlo, ya lo conocían.