
Lejos de contrariarme, me lo tomo con alivio, como un regalo.
No es bueno hablar solo durante tanto tiempo.
Cuando le intuya cansado, le invitaré a subir a tomar el aperitivo.
También echo de menos a los pájaros, urbanos o de campo, no me llevo bien con los marinos, sobre todo en esta época en la que están muy retozones y cantan y cantan y cantan.
Debí traerme conmigo el olivo,
pero estaba gritando
y me hubiera delatado al subir en la barca.
Sin duda me hubieran denunciado a las patrullas que contralan el contrabando de olivos, de pájaros y de conversaciones.