
La ofensiva está preparada para el amanecer del Día de Difuntos.
Esta misma mañana.
Los escuadrones desplegados, lobotomizados para impedir la afloración de cualquier sentimiento, máxime los de piedad o compasión, se detienen sin embargo ante la prohibición.
Detenidos.
No saben que hacer.
Tampoco lo saben las nubes veteranas, curtidas en otras embestidas.
Alguien debe regresar a consultar qué hacer.
Pero nadie se atreve.