
Habitantes de Patacosmia:
Permitidme que en el día de hoy os haga partícipes de mi alegría y de la buena nueva de la aparición de LAS HORAS SE RÍEN DE MÍ, mi tercera novela. Ha sido un largo camino el recorrido, pero por suerte, nunca faltaron amigos a mi lado que me dieron las fuerzas y el aliento necesario con sus ánimos. A todos ellos, mi cariño.
¡Salud!
La novela habita en dos espacios. Un madrid callejero y nocturno, con sorpresas en cualquier esquina y extraordinariamente vivo. Y la tranquilidad y el silencio de los caminos solitarios y conocidos de un pueblo de León.
La novela se encarna en dos personajes. Cristo, una mujer joven que ha perdido los sueños, igual que se pierden las monedas, por el agujero de un bolsillo; una mujer con sueño y ganas de dormir, que madruga para dar desayunos en una cafetería y a la que nunca le llega el tiempo, siempre resoplándole en la nuca, por más que corra. Su vida se ha llenado de prisas y en los últimos días le han sucedido cosas muy extrañas: un beso, una muerte, un milagro,... Juan, un hombre viejo y con el pelo recio y blanco como el espigón de un barco. Antiguo matador de cerdos, hacedor de fuego y viajero empedernido, es depositario de un modo privilegiado de viajar. Cuando se jubila y se queda parado como un rayo en mitad del patio, descubre que su tiempo ya ha quedado a sus espaladas y decide caminar, en círculos. Un día, un joven pescador le enseña el ciclo vital de la ephemera o mosca de mayo. Otro día un eclipse le revela su destino.
Dos tiempos. El protagonista, el caminante, el omnipresente en cada página, en cada palabra, es el tiempo. El ser humano es radicalmente tiempo y es en el tiempo en el que todo cobra sentido. Pero noe xtiste un tiempo uniformado, objetivo y absoluto, sino que, en buena medida, el tiempo depende del sujeto, como el sujeto, a su vez, depende de la memoria. De ahí la pregunta que se lanza al río en la novela y que espera su respuesta hasta el final:
¿Sabes qué tiene que hacer esta piedra para llegar al mar?
La novela tiene un río. ¡Qué sería de una novela sin un río!
Por sus páginas ronronea Miércoles, un gato que nació un miércoles de ceniza y al que le encanta el agua y, por supuesto, las gatas. Y también hace sonar el cascabel Canela, una perra pequeña y parda que concibe las horas en la oscuridad de la cuadra.
Corre sangre derramada, hay párrafos manchados de sangre. De un cerebro que los médicos diagnostican enfermo. Pero no, Cristo no puede creer que Juan esté enfermo. De lo que sí se da cuenta es de que la enfermedad puede seer un regalo para una familia y también de... un secreto. También sangre trágica, incomprensible e injustamente derramada en la flor de la vida, en un instante, vanamente.
No podía faltar el viaje ni la estación ni el tren. Y no faltan.
La novela tamién tiene su amor, su historia de amor, de amor eterno, eterno y tan silencioso que se va en un barco de papel.
Además, están las tres tías, Cuco -que ha llegado de Chiapas-, el Gran Rumanao y su hija, Sara y Alicia, Nacho y su gata Michelle y, testigo de todo y de todos, la luna, la luna llena, en la que si te fijas bien puedes encontrar, con las patitas alzadas, al conejo maya.
Más o menos todo esto es lo que está guardado en la caja novela. O animo a que la leáis y os aseguro que nada me hará más feliz que saber que disfrutais con ella. Gracias y buen día.
Pd: El que la quiera la puede pedir en cualquier librería y si no la tienen que se la pidan.