
La mañana siguiente a la noche que llovió en mi sueño, enrollé la capota del 2Cv y serpenteé hasta la cima de la montaña. Era la señal preconcebida.
Me acompaño R, el desvelador de imágenes posibles. Depués de pasar por el tamiz del diafragma, una vez que la luz ha desencadenado una secuencia finita de reacciones químicas hasta alcanzar el color, fue más sencillo comprender el por qué de los valles y de los lagos en altura.
Comprender, no sentir.
Una mina de hierro oxidada ensangrentaba un tramo del camino, el que bajaba a las aguas verdes.
La sangre de millones de gallinas asesinadas lo teñía de rojo.
Señal triangular, con orla roja, fondo amarillo y en el centro dibujada la gallina arquetípica.
¡Por favor, no atropellen más gallinas!
Me acompaño R, el desvelador de imágenes posibles. Depués de pasar por el tamiz del diafragma, una vez que la luz ha desencadenado una secuencia finita de reacciones químicas hasta alcanzar el color, fue más sencillo comprender el por qué de los valles y de los lagos en altura.
Comprender, no sentir.
Una mina de hierro oxidada ensangrentaba un tramo del camino, el que bajaba a las aguas verdes.
La sangre de millones de gallinas asesinadas lo teñía de rojo.
Señal triangular, con orla roja, fondo amarillo y en el centro dibujada la gallina arquetípica.
¡Por favor, no atropellen más gallinas!