
"Me inclino a pensar que Newton descubrió la ley de la gravitación universal gracias a los excrementos: de cuclillas en la hierba, debajo de un manzano, al anochecer, cuando las primeras estrellas se iluminan, escondido por la penumbra de los ojos indiscretos; porque la oscuridad era o bastante espesa como para ocultarlo, las estrellas no lo bastante brillantes como para alumbrarlo, y la luna todavía estaba detrás del horizonte; así que, en ese momento de silencio, curando croan las primeras ranas y los intestinos perezosos se despiertan por la emoción lírica que provoca la belleza del paisaje y de la creación divina, porque el nervio simpático transmite las emociones intelectuales a los intestinos e influye sobre el funcionamiento del metabolismo, en medio de todas estas emociones, Newton, al intuir la revelación de esta ley tan sencilla pero fundamental para el futuro de la ciencia, acuclillado aún bajo el manzano y sumido en la contemplación de las estrellas (las manzanas no se veían en absoluto en la oscuridad, porque no había manzanas, sino que del árbol colgaban estrellas, pues las manzanas ya habían sido recogidas dos días antes bajo su propia vigilancia, y no había por tanto ningún peligro de que alguna pudiera caérsele en la cabeza mientras estaba en cuclillas bajo este nuevo árbol de la ciencia, de lo contrario no se hubiera acuclillado debajo de él, sino que hubiese buscado un lugar más seguro), Newton, pues, sintió sus heces deslizarse por sus intestinos removidos, fácilmente y sin esfuerzo, a pesar de una constipación crónica que no era sino consecuencia de haber estado largo tiempo sentado ante los libros, y al mismo tiempo que se sintió feliz por este descubrimiento que de repente iluminó su mente, a saber, que la fuerza de la gravedad terrestre confiere a todos los cuerpos la misma aceleración de 981 cm/s, incluso a la mierda, y que esta atracción disminuye proporcionalmente al cuadrado de la distancia del cuerpo respecto al centro de la Tierra, al mismo tiempo que tomó conciencia de la importancia de este descubrimiento, seguido de una nueva evacuación de sus intestinos, tuvo un pensamiento terriblemente humillante: que esta ley tan importante y de tanto alcance para el futuro de la humanidad la había descubierto gracias a la caída de sus propios excrementos, acuclillado, al anochecer, debajo de un amanzano… No cabe duda de que la conciencia de ello le hizo subir los colores a la cara y preguntarse si iba a revelar a la humanidad su descubrimiento, tan humillante en su esencia, en el que, al parecer, estaba implicado el propio diablo. Pero, todavía en cuclillas bajo el manzano de la ciencia, otra vez constipado, Newton concibió su gran mentira histórica y trocó su mierda por una manzana, y de este modo la humanidad nunca supo la auténtica verdad y atribuyó a la manzana el mérito de este descubrimiento, porque ésta ya tenía su pedigrí edénico y también su pasado mítico desde la elección de Paris, lo que el propio Newton no ignoraba. Es así como desde ese día las manzanas caen siguiendo una nueva ley, la Ley de Newton, mientras que la mierda sigue arrojándose en el mayor de los anonimatos, fuera de la ley, por así decirlo, ¡incluso como si las leyes gravitacionales y de la aceleración no el concernieran!”