
No conozco a muchos portugueses. Dos de ellos eran buenos jugadores de Rugby y buenos compañeros. El tercero, años después, es todo un bont vivant y buen amigo, y además sabe jugar al mus.
Portugal siempre está ahí, latente, y de tan cerca no nos damos cuenta. Portugal siempre el país vecino, la nariz, pero existe una frontera imaginaria que nos separa mucho más que los Pirineos.
Aprovechando la visita de Cavaco Silva, Jefe de Estado de Portugal, ha salido a la luz una encuesta realizada en Portugal en el que aparece el significativo dato de que uno de cada tres portugueses estarían a favor de la unión con España y la conformación de un gran Estado, federal, en la Península Ibérica.
Yo siempre he estado a favor de esta posibilidad. Me parece razonable, posible y sin duda beneficiosa. Y además, qué orgullo sería pertenecer a un país que cuenta entre sus ciudades con la atlántica Lisboa, qué felicidad ser compatriota del genial Pessoa.
Fue en 1580, al morir D. Sebastian sin sucesores, cuando ocupó el trono de Portugal su tío Felipe II de España y I de Portugal, tras la batalla de Alcazarquivir. En su persona unió las dos coronas y los dos reinos. Esta unión se prolongó hasta 1640 con el nefasto Felipe IV de España y III de Portugal. Pero muchos siglos antes, en la época romana, no existió ninguna división, ninguna cicatriz que atravesara Iberia como una frontera. Y los romanos, todos sabemos, eran buenos organizadores.
España cuenta con una población de 44 millones de habitantes y Portugal con más de 10 millones. De la unión de ambos resultaría un Estado de 55 millones de habitantes, de ciudadanos. Dicho Estado se pondría a la cabeza de la Unión Europea, como mercado, y ocuparía cuotas de poder decisorio acordes con su población.

Después de años de apenas relación a nivel de calle, de mirarnos de espaldas como si un duelo se tratara, Portugal ya no es solo el destino para ir a comprar toallas y las grandes empresas españolas comienzan a desembarcar allí, los españoles comenzamos a conocer Portugal y a mirar hacia él como un igual, y los portugueses van olvidando complejos.
Qué pena que nuestros políticos no estén a la altura de los territorios ni de sus ciudadanos. Pero quién puede esperar a los políticos para hacer algo:
Por una UNIÓN IBÉRICA YA! POR IBERIA!
Salud.