Ahora ya lo
sé. Ahora ya sé que el mar es la
circunstancia que posibilita la memoria, el espejo inmenso en el que uno puede
verse, si tiene el valor para enfrentarse a ello. Hace falta coraje. Porque el
mar, a diferencia de otros espejos –enmarcados o de tocador-, que devuelven
fielmente la imagen presente, el mar es un espejo en el que uno puede ver lo
que ya no tiene, lo que ha perdido, lo que ya no es, lo que se le fue. El mar
es el espejo en el que se pueden ver flotar los recuerdos que han perecido
ahogados. El mar es la pervivencia de una memoria que ya no puede más que ser
memoria, que se deshace en espuma golpeándose contra la roca dura de ese otro
acantilado que se llama olvido.
4 comentarios:
Hola,
¿y si el mar es la memoria?, que es la arena...
Esta frase me hace reflexionar y llegar a una breve conclusión: La arena son todos los pensamientos que hemos tenido (aquellos positivos y otros no tanto), por eso el mar es la memoria que abarca lo que queremos recordar y lo que deseamos olvidar bajo llave...
Saludos, muy profundo este post...
...la arena son los restos del naufragio...
y con la arena hacen en el Tibet unos mandalas increíbles! se tiran meses haciéndolos y luego los deshacen en un segundo...
yo creo que la explicación está en el pelo...mejor dicho en la ausencia de pelo! (claro, al no tener pelo se libran de las canas!)
Si yo también creo que la clave esta en el pelo, en su ausencia o su melena, pero eso me llevaría a otra cuestión: ¿qué papel ocupan en este nuevo orden cósmico-gnóstico las pelucas?
Imposible enfrentarse al mar y no toparse con el pasado, con los errores sobrevivientes al olvido.
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