Quién me creerá?
Estaba a punto de alcanzar la costa reconocida, las playas de la memoria, casi podía arrebatarles con mis propias manos el arco a los cangrejos violinistas y no precisaba de anteojo o catalejo para contar el número de huevos que había en cada nido cueva de los acantilados.
Y entonces, las fárolas se apagaron.
A las ocho y veintiséis, exactamente, de esta mañana.
Hubo un momento de indecisión, entre dos luces.
Pero el sol ascendió en el horizonte y mi barco, de pronto animado y dotado de voluntad autónoma, lo confundió con un faro y se volvió hacia el mar, como un girasol.
Estaba a punto de alcanzar la costa reconocida, las playas de la memoria, casi podía arrebatarles con mis propias manos el arco a los cangrejos violinistas y no precisaba de anteojo o catalejo para contar el número de huevos que había en cada nido cueva de los acantilados.
Y entonces, las fárolas se apagaron.
A las ocho y veintiséis, exactamente, de esta mañana.
Hubo un momento de indecisión, entre dos luces.
Pero el sol ascendió en el horizonte y mi barco, de pronto animado y dotado de voluntad autónoma, lo confundió con un faro y se volvió hacia el mar, como un girasol.
4 comentarios:
Menudo girasol estás hecho tú, me parece mí....
Ya te estoy viendo venir, o partir, .... ya no sé ni lo que digo... ni lo que veo... ni lo que quiero o no quiero.
love is a game...
Me parece todo bien, pero que les quites el arco a los cangrejos... cómo van a tocar entonces el violín!!!!
Enhorabuena por LOVE IS A GAME!
Será mi regalo.
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